Durante estos tiempos difíciles de crisis económica mundial, he notado un cambio de actitud en las personas que me rodean. Este cambio ha sido de reevaluación de prioridades en sus vidas.
Al mismo tiempo, he observado las personas que no tienen las prioridades correctas en sus vidas se ven desesperadas y desconcertadas. Las personas que tienen prioridades correctas se enfocan en lo que no es material y que aunque todavía sufren por la crisis económica, han desarrollado y fortalecido el atributo de la esperanza.
Esto prueba que aunque no se puede vivir solamente de esperanza, no vale la pena vivir sin ella. La esperanza aqui no se refiere al tener sueños vanos, sino a esa parte integral de la fe. La esperanza da aliento a la fe, la cual genera acción que trae cambio. Estos frutos de la fe generan más esperanza en un ciclo de progreso. Este progreso es más satisfactorio cuando se aplica a la búsqueda de lo inmaterial, lo que es realmente importante como lo son las relaciones familiares o con la Divinidad, que definen el verdadero éxito.
Es tal como lo explica el autor escocés Samuel Smiles: "La esperanza es la compañera del poder, y la madre del éxito; y aquel que espera profundamente posee en su interior el don de realizar milagros."
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